En un contexto acelerado y lleno de dudas como el que ha dejado la pandemia, no son pocos los retos a los que las empresas deben enfrentarse. Los líderes se han visto obligados a adoptar cambios, como los derivados del auge de las nuevas tecnologías, y superar miedos, muchas veces relacionados con la toma de decisiones, a velocidades impensables años atrás. En este contexto, el futuro empresarial no deja de ser un escenario de incertidumbre, en el que la figura del directivo cobra un papel esencial.
Pero ¿se han convertido realmente los líderes en personas deshumanizadas?, ¿cuál es la mejor forma de hacer crecer a la empresa en este contexto?, ¿qué caracteriza a una empresa consistente? ¿es el auge de las nuevas tecnologías una amenaza real para las compañías y sus directivos? Xavier Marcet, fundador y presidente de la Barcelona Drucker Society, nos ofrece su visión experta acerca de estas cuestiones.
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«Crecer haciendo crecer»
Este es, además del título de su último libro, el lema que Marcet defiende cuando se le pregunta qué es lo que define a las empresas y a los líderes consistentes. Se trata de dar ejemplo, haciendo crecer a la empresa a la vez que a los clientes, los accionistas, la comunidad profesional y la sociedad. “Una empresa es una comunidad de gente alrededor de un propósito, por eso las empresas deben crear valor corporativo y valor social a la vez”, señala.
Humanista y humilde, la definición del líder consistente
Para el experto, que defiende el liderazgo humanista, el buen líder debe poner el foco siempre en las personas. “Liderar es pensar que toda la gente que hay en tu organización no trabaja para ti, sino que tú trabajas para ellos. El trabajo del líder se basa en crear una dinámica de confianza que permita dar resultados, explorar el futuro, innovar y aprender juntos”, explica. Además, Marcet hace hincapié en la importancia de huir de la mediocridad y de la falta de autenticidad, destacando que un buen líder, además de ser el faro contra la arrogancia y la autocomplacencia, es “la suma de ambición y humildad, gente que apunta alto pero que no tiene mal de altura”.
Una oportunidad para sumar inteligencias
A día de hoy, se hace difícil imaginar el funcionamiento de las empresas sin tecnología. Sin embargo, imaginarlo sin la inteligencia y otras capacidades humanas, es imposible. Como señala el experto, “no tiene sentido la tecnología sin humanismo, ni el humanismo sin tecnología”. Por eso, “lo único que tiene sentido es intentar equilibrar la relación personas máquinas, a favor de las personas, porque todo lo demás, se nos volverá en contra”, concluye, destacando la apuesta por la suma de inteligencias (artificial y humana), como la clave para el correcto desarrollo empresarial.
