“Ante una situación que hacía temer un 2023 decepcionante, la economía mundial y la española han absorbido relativamente bien tres shocks de los que aún quedan consecuencias: la pandemia, la guerra de Ucrania, y el rápido endurecimiento de la política monetaria”, ha apuntado González-Páramo, logrando un crecimiento por encima de las expectativas iniciales. Es por este motivo que ha calificado el 2023 como «un año marcado por la resiliencia y los crecimientos moderados«.
De cara al nuevo año, y a raíz del importante tensionamiento monetario y el giro de los bancos centrales que ha habido en el 2023, “los crecimientos económicos previstos para el 2024 serán más bajos y menos dinámicos”, si bien “la economía española crecerá por encima de la Zona Euro”, ha señalado Rodríguez Rico. La desaceleración económica hace pensar que “la inflación se comportará mejor, lo que contribuiría a una mejora de las rentas reales, a poder iniciar un descenso de los tipos de interés y a una reactivación de la economía», afirma la economista.
Desafíos para el nuevo año
Para González Páramo, en 2024 es necesario:
- Preparar un plan de ajuste presupuestario “frente al exceso de déficit y las nuevas reglas fiscales, tratando que el ajuste sea compatible con la inversión pública, que ya está en tasas inferiores a lo realizado en las dos décadas anteriores».
- Optimizar el uso de los fondos New Generation. No dejar pasar este tren es vital para la economía española, ha señalado.
- En términos más generales, debemos cerrar la brecha de bienestar y renta con los países europeos. En España, la renta per cápita “se sitúa en un 82% la media Euro, cuando en 2007 era un 91%, por lo que estamos divergiendo en lugar de converger». Las razones principales de este hecho son la menor productividad y la mayor tasa de desempleo. Para ello, es preciso poner el foco en políticas públicas centradas en ambos factores: el empleo y la productividad.
Unos desafíos a los que la economista del Banco Sabadell añade:
- Los riesgos de inflación no están fuera del radar aún. “Ha mejorado en los últimos meses, acercándose a los objetivos de BCE, pero todavía las inflaciones subyacentes en la zona Euro son elevadas y los bancos centrales actúan de forma cautelosa».
- No perder de vista la situación económica y la transición en la que está inmersa China, que va a afectar a la Zona Euro y a la economía española.
- Controlar el déficit público y poner en el centro la política fiscal, tanto en España como a nivel internacional.
- En cuanto a la energía, preocupa la incertidumbre geopolítica así como la propia transición energética. No se prevé un escenario a corto plazo estable, lo que es un factor que puede condicionar la inflación y el modelo económico en Europa, en especial en Alemania.
Política monetaria, fiscal, laboral e Inteligencia Artificial: los grandes focos de 2024
Frente a una bajada de la inflación “sorprendentemente rápida” y unas expectativas de inflación contenidas, ya que “la subida de los precios de energía y alimentos se ha absorbido en gran medida y la demanda lleva estancada dos semestres”, explica el profesor del IESE, cabe esperar bajadas de los tipos de interés. “La eliminación de los subsidios energéticos, la evolución de los márgenes, el comportamiento del BCE y las tensiones geopolíticas” pueden condicionar estas bajadas tanto a nivel de calendario como de intensidad.
Por su parte, Rodríguez Rico, ha hecho hincapié en la idea de “recuperar la disciplina fiscal”, ya que “con todas las respuestas fiscales a las que nos hemos enfrentado, hemos visto que los recursos no son infinitos y que los bancos centrales no están con el apetito de comprar y facilitar la refinanciación de deuda pública”.
En relación con el mercado laboral, González-Páramo hace hincapié en su buen comportamiento en el 2023. La tasa de desempleo, situada en el 12%, seguirá descendiendo en 2024 aunque con menos fuerza. Subraya un elemento de vulnerabilidad, no obstante: «los altos niveles de rotación, ya que un 3% de los empleados se van al paro cada trimestre». Esto afecta negativamente a la productividad, que «es un 15% más baja que en los países europeos». Otro asunto que marcará la agenda del año es la limitación de la jornada semanal a 37,5 horas, que afectará a algo más de la mitad de la población activa, si se produce. Esto no favorece ni la mejora de la productividad ni del empleo, y según el BBVA puede restar seis décimas el crecimiento, a menos que se adopten medidas compensatorias como la «reducción de los costes no salariales -por ejemplo, de las cotizaciones-, así como mejoras de productividad fruto de la reorganización del trabajo y del mejor ambiente laboral, además de una mejor cooperación entre los agentes sociales».
Sobre el impacto de la Inteligencia Artificial, ambos expertos han coincidido en que, aunque de momento es pronto para tener criterio, “es una tecnología muy potente cuyo uso correcto debe favorecer un aumento de la productividad. Sin embargo, “aprovechar la IA requiere cambios organizativos y de gestión en las compañías, unas leyes de propiedad intelectual que permitan entrenar a los algoritmos, que las regulaciones no sean tan estrictas como para impedir que la IA se desarrolle y que no se concentre en grandes compañías, empeorando el clima de competitividad con relación a las compañías más pequeñas”, concluye el experto del IESE.