La inversión de impacto, una apuesta por la responsabilidad social que ha llegado para quedarse

En el contexto socieconómico actual, conceptos como criterios ASG, inversión sostenible, gobernanza o medio ambiente social han ganado peso dentro de las empresas. Un hecho que ha provocado que la llamada inversión de impacto esté ganando cada vez más adeptos.

Se trata de una estrategia de inversión centrada en compañías que persiguen provocar un impacto positivo en el terreno económico, social y medioambiental. Pero también de una nueva forma de analizar las inversiones, de intentar canalizar el dinero de forma que no solo se busque la rentabilidad financiera, sino que se otorgue el mismo nivel de importancia y exigencia a generar un impacto social positivo. De hecho, en la inversión de impacto tiene que haber resultados cuantificables, medibles. Debe demostrarse que las compañías realmente dejan huella y deben presentarse regularmente los informes con las mediciones correspondientes.

En este sentido, ¿cómo se define un inversor de impacto?, ¿cómo se demuestran y se miden los resultados?, ¿cómo avanza esta tendencia en el mercado español? Elena Rico, Managing Partner de IMPACT Ibérica, da respuesta a estas cuestiones, desde su propia experiencia, en el espacio de AED Foro Directivos, en Radio Intereconomía.

 

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Invertir para solventar problemáticas sociales

Según la experta, la diferencia de un inversor de impacto frente un inversor tradicional recae en la intencionalidad. “Se trata de buscar compañías que intenten resolver una problemática social que no esté bien cubierta a día de hoy y potenciar que eso se lleve a cabo”, asegura. La inversión de impacto es una palanca para cambiar el mundo, ya que muchas veces, ese dinero ayuda a desarrollar proyectos o servicios en beneficio de colectivos desfavorecidos o sin recursos suficientes.

 

Huir del greenwashing y demostrar el impacto positivo

Si algo define al inversor de impacto es que debe ser contundente a la hora de demostrar que realmente se está provocando un impacto social o medioambiental positivo. Para ello, “definimos con las compañías un plan financiero y hacemos seguimiento, pero además, tenemos un plan social en el que se establecen métricas por proyectos alineadas con el modelo de negocio de la compañía. De forma constante y a través de interrogatorios se hace un seguimiento durante todo el periodo de inversión para ver cómo van esas métricas”, señala Rico.

 

Una tendencia que ha llegado para quedarse

A pesar de que la inversión de impacto aún está empezando a despegar y hay países europeos que sacan incluso 15 años de ventaja a España, “el mercado se ha activado rápidamente y las empresas se están poniendo las pilas y lo están haciendo muy bien”, asegura la experta. “Es una tendencia que está aquí para quedarse”, concluye, y asegura que ya son muchos los jóvenes que, a la hora de buscar trabajo, ponen el foco en la capacidad de las empresas para generar un impacto social positivo.

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