El creciente compromiso de los diferentes agentes sociales y económicos con la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU implica también a los inversores, que cada vez más se plantean si la financiación de sus proyectos van a suponer un riesgo para su reputación. La toma de conciencia como activo necesario para el crecimiento sostenible se está extendiendo entre los principales financiadores del mundo.
El ejemplo más reciente de esta realidad es Larry Fink, fundador y consejero delegado de BlackRock, la mayor gestora de fondos a nivel mundial y principal accionista de la banca española, quien ha señalado al cambio climático como eje central de la estrategia de inversión de la entidad, razón por la que dejará de invertir en proyectos que presenten elevados riesgos de sostenibilidad. De la misma forma, ha anunciado que votará en contra de las propuestas de los consejos de empresas que no avancen en la implementación de prácticas para luchar contra el cambio climático y en la divulgación de información sobre sostenibilidad.