Desde que explotó la crisis energética derivada del conflicto de Ucrania, la energía solar ha sido una de las fuentes alternativas que más ha resonado. Se trata de una de las renovables más baratas y accesibles del mercado, según la Comisión Europea. Es por este motivo que muchos países están apostando firmemente por las inversiones en el sector fotovoltaico, un sector con mucho futuro, flexible y eficiente, del que se espera que pueda mantener el planeta para generaciones futuras.
Jonás de Miguel, director de Desarrollo de Negocio O&M de Canadian Solar, ha hecho una radiografía del sector y ha reflexionado acerca de las tendencias actuales en el espacio de AED Foro Directivos, en Radio Intereconomía.
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Mucha concienciación, pero poco conocimiento sobre cómo pasar a la acción: El cambio climático es una amenaza global, y a pesar de que el panorama parece desolador, “nunca antes había habido tanta gente concienciada y convencida de que es un problema real”, asegura de Miguel. Lo que ocurre es que “la gente está dispuesta a hacer el cambio, pero no sabe cómo, porque hay poca conciencia sobre la magnitud y la complejidad del reto”, afirma.
Reflexionar y actuar: Según el directivo de Canadian Solar, “muchas veces celebramos el descenso de las emisiones en nuestro país, pero no somos conscientes de que las emisiones que se producen en otros países son para producir los productos y servicios que consumimos nosotros, por lo que siguen siendo una responsabilidad nuestra”. En este sentido, “no basta con poner unas placas solares o usar el transporte público, porque detrás de cada alimento, cada prenda de ropa, cada construcción, cada película de Netflix… hay un gran consumo de energía, y esta energía debería ser renovable, producida de forma sostenible, sin generar efecto invernadero”, opina.
España, una de las grandes privilegiadas: de Miguel explica que “fuimos pioneros en el desarrollo de la energía solar, creando un amplio tejido empresarial, con mucho talento y personas formadas en el sector, lo que nos permitió que esas empresas tuviesen un poder de internacionalización muy amplio. España cuenta con unos fundamentales muy sólidos”, añade el directivo, haciendo referencia a las condiciones climáticas, el talento, y la red empresarial existente, “que posiciona al país en un muy buen nivel internacional”. Por lo tanto, “tenemos una oportunidad que no podemos dejar escapar para convertir la energía solar en uno de los sectores más potentes de nuestro país”, concluye.
Invertir o no, una cuestión de supervivencia: Actualmente, cuesta encontrar empresas en las que la sostenibilidad no forme parte de la agenda diaria de los altos ejecutivos. El autoconsumo es la gran demanda actual y, además, la clave para frenar el efecto invernadero. Para el experto, “las empresas deben invertir en centrales industriales que, a través del autoconsumo, permitan reducir ese 80% que todavía tenemos de dependencia de los combustibles fósiles”. Y añade que “la inversión en planes de desarrollo sostenible es una manera de proteger la cuenta de resultados a corto y medio plazo, es una cuestión de supervivencia”. Un hecho demostrable ya que “las empresas que hicieron fuertes inversiones en autoconsumo mediante energías renovables para no depender de los combustibles fósiles están viviendo una situación ventajosa y menos compleja en esta crisis energética frente a los competidores que no lo hicieron”, sostiene.
Las pymes, en desventaja: Hoy, todas las empresas cotizadas cuentan con planes más o menos ambiciosos para reducir la huella de carbono, sin embargo, de Miguel expone que “un reciente estudio muestra que sólo el 43% de pequeñas y medianas empresas tiene intención de aplicar planes de sostenibilidad a corto y medio plazo”. Un porcentaje muy bajo que “no se debe a una falta de concienciación, sino a la falta de capacidad de inversión”, señala de Miguel.
Germán Granda, director general de Forética, entidad referente en el ámbito de producción e integración de los aspectos ambientales, sociales y de buen gobierno (ESG) en las organizaciones; y José Miguel Tudela, director de sostenibilidad y acción climática en Enagás, compañía que destaca por su implicación en aspectos medioambientales, analizan en un encuentro TendenciasAED cuál debe ser el rol de los directivos en el debate sobre el cambio climático: entender la amenaza del cambio climático y desarrollar planes estratégicos que se alineen con los ODS.
Adiós al objetivo de los 1.5 °C
En 1992 tenía lugar en Rio de Janeiro la primera Cumbre de la Tierra, una conversación internacional en la que, por primera vez, los científicos alertaron del riesgo climático, poniendo sobre la mesa la necesidad de estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Hoy, coincidiendo con la celebración de la 27ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, países, organizaciones y demás actores estatales se han presentado a la cumbre sin haber cumplido el objetivo que se les marcó hace 30 años: limitar el calentamiento global a 1.5 °C.
Germán Granda director general de Forética lo avisa: “los países se presentan a la COP 27 con propuestas de limitación del incremento de temperatura que en conjunto superan los 2,5 °C, lo que demuestra que no estamos alineados con lo que se debería hacer”. Además, y tomando como referencia la última publicación de The Economist, explica que “hemos superado el incremento de 1.2 °C y en 2024 estaremos ya por encima del grado y medio, y no solo eso, sino que esta última década ha registrado las emisiones más elevadas de la historia”. Frente a esto, “hay que actuar ya y reducir las emisiones a la mitad”, afirma, un reto en el que los directivos de las grandes empresas tienen un papel de vital importancia.
La urgente actuación de los directivos frente a una amenaza irreversible
Para José Miguel Tudela, “el gran reto de los directivos es trasladar la criticidad del cambio climático a la fijación de objetivos en las compañías”, en definitiva, “entender y conocer las implicaciones del problema y desarrollar planes estratégicos que se alineen con los objetivos de sostenibilidad”.
Para lograr la meta de la descarbonización, el director de Sostenibilidad de Enagás hace referencia a la importancia de la coordinación entre áreas, exponiendo el caso de éxito de su compañía, que a través de “la vinculación de los objetivos a la retribución de todos los trabajadores” ha conseguido reducir su huella a la mitad. Sin embargo, siendo el compromiso interno el mejor catalizador del cambio, Tudela destaca estos aspectos clave:
Reguladores: unas normas de juego marcadas por la Unión Europea que “hay que alinear con los planes de acción, los compromisos y los ritmos, tanto a nivel de país como a nivel empresarial”.
Facilitadores: como los fondos Next Generation, que “son clave y se deben usar para potenciar los sectores y tecnologías que ayuden a avanzar, como es el caso del hidrógeno verde”.
Otros catalizadores: como los inversores, que son necesarios para “poder colaborar entre todos y desarrollar nuevos mercados y tecnologías que nos ayuden a cumplir el objetivo final”.
Oportunidades en un contexto pesimista
En un momento de grandes crisis “hay oportunidades en todas las líneas de negocio”, afirma Granda. Aunque el contexto atrae grandes riesgos, sectores como el de la energía, transporte, construcción, alimentación, turismo, digitalización o el propio sector financiero, pueden encontrar oportunidades en los mercados del hidrógeno verde y las nuevas energías. Para ello, “lo importante es entender dónde están los riesgos y poner en marcha, desde los órganos de gobierno, palancas que permitan tener un compromiso y unos objetivos claros”, concluye.
Por su parte, para alcanzar y desarrollar las oportunidades que se plantean, Tudela recomienda a las compañías “potenciar el expertise en el ámbito de la sostenibilidad”, es decir “impulsar el talento y la posibilidad de especialización en términos de medio ambiente, para que la sostenibilidad se convierta en un complemento a todas las áreas”.
Cuando años atrás se mencionaba a la Agenda 2030, parecía que aún podíamos llevar a cabo un sinfín de acciones que nos permitieran cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible. Sin embargo, ese lejano futuro cada vez está más cerca, y el compromiso de todos los actores de la sociedad es más crucial que nunca en estos decisivos años.
La protección del medio ambiente y la apuesta por la sostenibilidad ha pasado de ser obligación a necesidad. Y en este sentido, el agua, ese bien escaso que cubre el 75% de nuestro planeta, juega un papel protagonista. De la mano del presidente de Agbar, Ángel Simón, los socios de la AED en Sevilla han podido conocer las claves para que la gestión del agua sea lo más sostenible posible:
Reforzar la gobernanza: Las épocas de sequía han dejado de ser una anécdota para convertirse en una tendencia en auge. El refuerzo en la gestión del agua, a partir de planes hidrológicos consensuados y una planificación a largo plazo, nos permitirá prever y afrontar con tiempo suficiente los periodos de sequía.
Digitalización de los procesos: La tecnología también debe estar plenamente integrada en el sector del agua. La mejora en los procesos de digitalización del ciclo integral del agua (entendida como recogida y análisis de datos) impacta positivamente en la monitorización del consumo y, por ende, en la reducción de la huella de carbono.
Además, el presidente de Agbar también ha puesto de relieve uno de los principales retos del sector:
Atender a la diversidad del territorio: Nuestro país cuenta con unas características dispares en función del territorio, con climatologías y orografías diversas. “No es comparable la realidad de la cuenca del Guadalquivir con la de la cuenca mediterránea”, ha destacado Simón. Por ello, urge una mirada crítica sobre la gestión de infraestructuras y conexiones en la política agrícola española para asegurar un caudal estable a todo el territorio: “En la gestión política del agua es importante aplicar un punto de vista práctico, razonable y de consenso“, ha afirmado.
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