Xavier Brossa: «Los directivos asumimos, cada vez más, una significativa responsabilidad social»

El «Código y Normas de conducta de los directivos» ha sido elaborado por la Comisión de Ética, Valores y Buen Gobierno de la AED. El documento se postula como referente para aquellos directivos que pretenden desarrollar su profesión basándose en criterios éticos, de excelencia, sostenibilidad y transparencia, favoreciendo a la vez un impacto positivo en la sociedad.

Xavier Brossa, vicepresidente primero de AED y coordinador de la Comisión, explica en esta entrevista qué ha llevado a la AED a impulsar la creación del Código Ético de los Directivos, sobre qué principios se basa y cuáles son los retos a los que se enfrenta el colectivo.

 

¿Qué razones han llevado a la AED ha elaborar un código ético para directivos?

Principalmente tres. La primera razón es que una sociedad próspera y dinámica exige empresas competitivas y directivos competentes, organizaciones que sirvan a sus clientes y promuevan negocios rentables, al mismo tiempo que desarrollan personas y tengan un impacto positivo en las comunidades en las que operan. En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, los directivos asumimos no solo una importante función en las organizaciones, sino que también una significativa -cada vez más- responsabilidad social.

A pesar de ello y de que existen muchos libros de ética y management, no había, hasta hoy, ningún código ético para directivos, planteado con claros paralelismos con los códigos deontológicos que rigen otras actividades profesionales como la medicina o la abogacía. Y por último, porque dirigir es una profesión, socialmente aún poco identificada como tal. Este código no es solo una referencia para quienes la ejercemos, sino que pretende ser un documento útil para los demás agentes económicos, sociales y políticos, contribuyendo así al reconocimiento de nuestra profesión y a la reputación de los directivos en su conjunto.

 

Xavier Brossa, en un momento de la presentación del Código Ético de los Directivos.

 

 ¿Por qué ahora?

El documento que acabamos de presentar, tras un año de trabajo de la Comisión de Ética, Valores y Buen Gobierno de AED, se concibió a raíz del nombramiento de Juan Antonio Alcaraz como presidente de la entidad. La nueva Junta impulsó la creación del código como un ejercicio estratégico prioritario de su mandato.

 

 ¿A qué desafíos se enfrentan actualmente los directivos como colectivo?

Identificamos tres: la pérdida de confianza en instituciones y empresas, asegurar la sostenibilidad de las compañías en base a una conducta profesional ética y la llegada de la cuarta revolución industrial.

Tras la última crisis financiera, Europa ha experimentado un crecimiento económico menor, un desempleo mayor y un ajuste salarial importante. El duro impacto de estos hechos en la mayoría de los ciudadanos, unido a la muy lenta recuperación de empleo y de salarios, ha provocado una creciente desigualdad. Una consecuencia inmediata de estos fenómenos es la pérdida de confianza en las instituciones, también la de las empresas, afectando negativamente la reputación de los profesionales que las dirigen.

Por otro lado, los directivos desempeñamos un papel de liderazgo en la sociedad. En el desempeño de nuestra profesión debemos perseguir objetivos empresariales que ayuden a lograr la sostenibilidad de nuestras empresas, ser beneficiosos para la mayoría de sus stakeholders y contribuir al bien común de la sociedad. Por ello, es nuestra obligación reflexionar sobre el carácter ético de nuestras conductas profesionales y en el impacto de las decisiones que adoptamos en el conjunto de la sociedad.

El tercer desafío es la cuarta revolución industrial, que no sólo supone una imparable oleada de novedades y soluciones tecnológicas, sino que el impacto simultáneo y concatenado de todas ellas empieza a provocar profundos cambios que transformarán nuestra forma de vivir y de trabajar en los próximos años.

 

El acto de presentación del Código tuvo lugar el 12 de febrero en Madrid.

 

¿Los directivos y las empresas que lideran deben atender únicamente a la cuenta de resultados o deben tener también un impacto positivo en la sociedad?

En el mundo anglosajón se está extendiendo la idea de que las empresas, junto a su eficacia económica, necesitan un sentido de misión, un propósito que dé mayor legitimidad a su actuación empresarial. Los directivos hemos de contribuir a configurar una sociedad buena y mejor, combinando la noción de libertad, inherente a la empresa, con un sentido adecuado de la equidad en relación con nuestro entorno.

Un liderazgo fundamentado en estos principios es más complejo, pero es el que las empresas, los directivos y la sociedad del siglo XXI debemos desarrollar para seguir ofreciendo a todos los ciudadanos oportunidades de mejora personal y profesional, y mejores opciones para las próximas generaciones. Un enfoque de la actividad empresarial que aúna eficiencia económica con impacto social positivo exige directivos líderes y competentes, con una integridad sólida en su desempeño profesional. Esta combinación no se improvisa y es compleja, pero es una aspiración que ayudará a muchos directivos a mejorar como profesionales y como personas.

 

¿Qué principios y normas de comportamiento recoge el documento?

Son seis: cumplimiento de la legalidad; respeto, igualdad, diversidad, empleabilidad y conciliación de las personas;  sostenibilidad económica, social y ambiental de las organizaciones; integridad, transparencia; y excelencia, profesionalidad y protección de los bienes de la organización.

En relación con el cumplimiento de la legalidad, huelga decir que el respeto del ordenamiento jurídico vigente es inexcusable para todo directivo, el cual debe respetar y proteger los derechos humanos y la dignidad de todas las personas afectadas por su actividad y la de su organización, oponiéndose a todas las formas de discriminación, acoso o explotación. Como directivos, debemos no solo promover dicho cumplimiento en nuestra actividad directa, sino también contribuir a que este criterio se aplique en toda la organización.

El segundo punto recuerda que tenemos una evidente responsabilidad en relación con nuestros equipos. En este sentido, el código defiende una cultura y un entorno de trabajo saludable; procurar que las relaciones laborables sean estables, duraderas y con una remuneración adecuada; promover una gestión activa de la diversidad; hacer compatible el trabajo con el desarrollo personal de nuestros colaboradores, evitar la deshumanización de las relaciones por un uso indebido de las tecnologías; y promover iniciativas que combatan la desigualdad.

 

Xavier Brossa es el coordinador de la Comisión, en la que participan -entre otros- Antonio Garrigues e Isidro Fainé.

 

El tercer capítulo aborda el ineludible compromiso de los directivos con la sostenibilidad a largo plazo de la empresa. Y no solo de la empresa: los directivos estamos comprometidos con la promoción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible promovidos por las Naciones Unidas, que mediante consenso mundial establecen las principales metas en las que las organizaciones del mundo deben centrarse para garantizar la sostenibilidad de nuestro planeta.

En cuarto lugar, el código dedica una especial atención a la integridad, focalizándose en lo que se refiere a los conflictos de intereses, el uso de la información y el deber de la confidencialidad. No basta con actuar de forma íntegra como individuos, sino que debemos promover el comportamiento íntegro de toda la organización.

El punto quinto es la apuesta por la transparencia ante la sociedad debe ser tomada por los directivos como un valor fundamental de nuestra actuación, tanto ante los accionistas como ante el consejo de administración, ya sea en los temas referidos al negocio y a la situación patrimonial de la empresa, como en aquellos referidos a los riesgos y oportunidades de futuro que puedan modificar las expectativas existentes.

Por ello, los directivos velaremos por que la contratación de los proveedores se desarrolle en un marco de transparencia, libre competencia, igualdad de oportunidades y al margen de cualquier vinculación o interferencia a nuestros intereses o a los de nuestra organización.

Por último, los directivos ejecutaremos el desempeño y los riesgos de la organización de forma precisa y honesta. El rigor y la eficacia, la excelencia, deben constituir valores fundamentales y seña de identidad de nuestra profesión y de quienes la ejercemos. Debemos cuidar y mejorar permanentemente nuestras capacidades y la de todos nuestros colaboradores.

En cualquier caso déjeme resumirle brevemente la tendencia en el mundo de los negocios en estos momentos: hoy, actuar con ética y valores es , claramente, una ventaja competitiva. Mañana, en pleno desarrollo de la cuarta revolución industrial (4Ri), actuar con ética y valores será, sin ningún género de duda, una condición estrictamente necesaria.

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