En una era marcada por el insaciable avance de las nuevas tecnologías, donde escuchamos a diario términos como inteligencia artificial o big data, cobra más sentido que nunca tomar un respiro y observar el futuro con perspectiva. La exageración nunca ha sido una buena compañera de viaje y si bien es cierto que sería muy difícil visionar un mundo sin tecnología, aún lo es más imaginarlo sin el pensamiento crítico y la capacidad de síntesis que solo somos capaces de aportar los humanos. Porque no tiene sentido la tecnología sin humanismo, ni el humanismo sin tecnología.
Ante un escenario de incertidumbre instaurada basada en la creencia de que la tecnología arrinconará a las personas, Xavier Marcet, fundador y presidente de la Barcelona Drucker Society, ha compartido con algunos socios de la AED en nuevo encuentro presencial en Barcelona la visión recogida en su último libro Crecer haciendo crecer. En él, el autor pone en el centro a las personas porque reivindica que lo memorable en la vida son las personas y las empresas que crecen haciendo crecer a los demás. Un crecimiento que describe en cuatro “esquinas”:
- Clientes. Tenemos que hacer crecer a los clientes, deleitarlos. La consistencia, entendida como la capacidad de una empresa de evolucionar con sus clientes medio paso por delante, se erige como una útil herramienta.
- Comunidad profesional. Crecer haciendo crecer a la gente que forma una comunidad profesional, a los trabajadores. Las empresas tienen un problema con la gente que quiere poner techos de cristal a los demás.
- Accionistas. Es también de vital relevancia hacer crecer a los accionistas de un modo racional, sin caer en el cortoplacismo.
- Sociedad. Por último, crecer haciendo crecer a la sociedad, siguiendo la estela de Peter Drucker: no hay empresas sanas en sociedad insanas.
Además, durante su intervención, el fundador y presidente de la Barcelona Drucker Society también ha ofrecido a los asistentes algunas píldoras relacionadas con el mundo empresarial, diferenciando entre negocio y empresa, aclarando las cualidades de un buen líder y las características necesarias que debe tener un trabajador para las organizaciones:
- Ambición y humildad, el cóctel perfecto para un buen líder. Los líderes deben tener una mezcla de ambición y humildad. Ambición, que no codicia. “Admiro a los humildes. Las empresas, cuando empezamos a creernos algo, comenzamos a hacer tonterías”, subraya Marcet.
- Negocio vs. empresa. Para Marcet, existe una notable diferencia entre negocio y empresa: “Los negocios son artilugios para especular y tienen poco que ver con las empresas”, defiende. A su parecer, la empresa está relacionada con una comunidad de personas con un propósito y que crean valor social. La empresa puede crear valor corporativo y social, además de poder dejar legado. “Esto nunca sucede en un negocio”, apunta.
- Talento y “buena gente”. Es necesario contar con organizaciones que sean una suma de talento y “buena gente”. Para el experto, el talento se mide a través de tres vertientes: el conocimiento y competencias que permiten al empleado ofrecer resultados; su capacidad de adaptación y, en tercer lugar, su capacidad de compartir con los demás. En cuanto a “tener buena gente”, es primordial no contar con más personas tóxicas de la cuenta, ni pesados, ni aquellos más manifiestamente perfectos que los que concede la estadística.