Cómo gestionar los errores sin caer en la culpa
El último Encuentro AED, titulado «Aprender de lo negativo: lecciones de las experiencias difíciles», contó con la participación de Koro Castellano y Belén Romana, ambas consejeras independientes, quienes reflexionaron sobre los aprendizajes extraídos de momentos de dificultad durante sus trayectorias profesionales. A partir de sus experiencias en distintos sectores y posiciones de liderazgo, compartieron sus conocimientos sobre cómo gestionar los errores, las crisis y los desafíos en entornos exigentes. A través de estas vivencias, identificaron estrategias clave para convertir situaciones adversas en oportunidades de crecimiento. La sesión estuvo moderada por Elena Gil, directora de estrategia de Zelenza y consejera de AED en Madrid.
1. Diagnóstico de la situación antes de actuar
Antes de tomar decisiones importantes, es clave analizar el contexto, identificar qué se puede cambiar y aceptar lo que no. Muchas veces, la intuición ayuda, pero combinarla con información estructurada e informal (conversaciones, experiencias previas) permite anticiparse a problemas y tomar mejores decisiones.
Las consejeras subrayan la importancia de hacer un buen diagnóstico antes de involucrarse en un proyecto o aceptar un cargo. La experiencia ayuda a discernir qué elementos pueden modificarse y cuáles forman parte de la estructura de la organización. Cuando se es más joven, existe la tendencia a creer que todo es susceptible de cambio, pero con el tiempo se aprende a diferenciar entre lo que se puede influir y lo que no. Por ello, recomiendan apoyarse en fuentes de información no estructuradas, como colegas de confianza, antes de tomar una decisión.
Asimismo, enfatizan la dificultad de salir de una organización sin causar daño. Una retirada prematura puede perjudicar tanto al profesional como a la empresa, por lo que es crucial evaluar con calma si se puede convivir con la situación o si es mejor planificar una salida estratégica.
2. Inteligencia emocional y gestión de equipos
El éxito profesional no depende solo de conocimientos técnicos, sino de la capacidad de entender y gestionar relaciones. En cualquier entorno, la interacción con colegas y superiores influye tanto como el rendimiento individual. Aprender a leer dinámicas de equipo, gestionar egos y generar confianza es clave para el liderazgo.
Las directivas destacan que la verdadera complejidad en el entorno profesional no radica en las habilidades técnicas, sino en las personas. Han trabajado con equipos en los que profesionales experimentados y competentes se ven afectados por cuestiones emocionales, inseguridades o envidias. Señalan que, en muchas ocasiones, se presta poca atención a la psicología aplicada en el ámbito laboral, cuando en realidad debería formar parte de la formación esencial de cualquier directivo.
Además, subrayan la importancia de identificar a aquellas personas que, por su carácter introvertido, pueden tener dificultades para expresar sus ideas en reuniones. Integrarlas en la dinámica del equipo y darles voz es clave para aprovechar el talento de todos los miembros.
3. Adaptación a la cultura organizativa
Cada empresa tiene una cultura propia con normas no escritas que determinan cómo se toman decisiones y la forma en que se valora el trabajo. Observar y preguntar ayuda a entender estas reglas y a evitar errores. En algunos casos, si la cultura no encaja con los valores personales, la mejor opción es buscar un cambio.
Las ponentes resaltan que entender la cultura de una empresa es fundamental para saber cómo moverse dentro de ella. Uno de los mayores desafíos en los entornos de trabajo actuales es la falta de interacción presencial debido al teletrabajo. Creen que esto impacta negativamente en la integración de los profesionales más jóvenes, ya que limita su acceso a información informal clave para entender el funcionamiento de la organización.
También apuntan que, en muchas empresas, existe una resistencia cultural a reconocer errores. En algunos entornos, admitir un fallo puede ser visto como una debilidad, lo que fomenta una cultura de ocultación en lugar de aprendizaje. Adaptarse a estos códigos es esencial para evitar sanciones implícitas dentro de la jerarquía organizativa.
4. Diferenciar entre error y culpa
No todas las decisiones que llevan a un mal resultado son errores. Es importante evaluarlas según la información disponible en su momento y no solo por sus consecuencias. Aprender a gestionar los fallos sin caer en una culpabilidad excesiva permite seguir avanzando con confianza y resiliencia.
Las consejeras advierten sobre la tendencia a la autoculpa excesiva, particularmente en profesionales con altos estándares de exigencia. Hablan de un perfil muy común en el entorno directivo: el Insecure Overachiever (el llamado logrador inseguro), que nunca se siente lo suficientemente preparado, siempre cree que puede dar más y rara vez pide un aumento o una promoción. Este perfil, aunque valioso para las organizaciones, puede ser explotado en su contra.
También subrayan que en la cultura española existe una aversión al error que contrasta con otras culturas más abiertas al aprendizaje a través del fallo. La clave es saber reconocer los errores sin castigarse innecesariamente por ellos, permitiendo aprender y seguir adelante sin quedar atrapado en la culpa.
5. Redes de apoyo y gestión del estrés
Superar momentos difíciles requiere apoyo dentro y fuera del entorno laboral. Contar con mentores, amigos o colegas con quienes compartir experiencias ayuda a mantener la perspectiva. Además, cuidar la salud mental es esencial para evitar el desgaste y tomar decisiones con claridad.
Las dos consejeras hacen hincapié en que el éxito profesional no es un camino solitario. Tener una red de apoyo sólida, tanto dentro como fuera del ámbito laboral, es clave para afrontar desafíos y momentos de incertidumbre. A lo largo de sus trayectorias, han aprendido que compartir experiencias con otros profesionales ayuda a relativizar los problemas y encontrar soluciones con mayor claridad.
Además, destacan la importancia de gestionar el ego, especialmente en momentos difíciles. Explican que, en muchas ocasiones, el ego puede convertirse en un obstáculo, ya sea por la necesidad de sobresalir constantemente o por el miedo a mostrarse vulnerable. Aprender a equilibrar la autoexigencia con la autocompasión es esencial para mantener el bienestar emocional y profesional.
Finalmente, resaltan que el teletrabajo ha cambiado radicalmente la forma en que los profesionales interactúan, y si bien ofrece ventajas en términos de flexibilidad, también puede aumentar la sensación de aislamiento. En este sentido, fomentar espacios de conexión genuina con los equipos es fundamental para mantener la cohesión y la motivación.