Las claves de la situación geopolítica y el impacto en Europa y España de la Administración Trump centraron una sesión de alto nivel organizada por la Asociación Española de Directivos (AED), en la que se analizaron los profundos cambios que impone el nuevo escenario internacional para las compañías europeas. José M. de Areilza Carvajal, secretario general del Aspen Institute España, profesor de ESADE y de London Business School, ofreció una visión estratégica y realista sobre cómo el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca redefine las reglas del juego global y sitúa a Europa ante una encrucijada política, económica y de valores.
En su intervención, Areilza identificó una “triple amenaza” que emana de la renovada administración estadounidense: presión económica, debilitamiento de la seguridad colectiva y erosión del compromiso con los valores democráticos. “Hemos pasado de un orden multilateral orientado a la prosperidad a un entorno dominado por la lógica de la seguridad nacional”, señaló. En este nuevo contexto, las normas pierden peso frente al poder, y la política internacional se vuelve transaccional, impredecible y unilateral.
Europa, subrayó, no está preparada para esta nueva etapa. Se ha movido con excesiva complacencia y tecnocracia durante décadas de dependencia del paraguas estadounidense. “La Unión Europea es un herbívoro en un mundo de carnívoros”, advirtió Areilza, citando al jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell. Y lanzó una advertencia directa: si Europa no refuerza sus capacidades y su autonomía estratégica, corre el riesgo de “acabar siendo parte del menú”.
España, en este tablero global, juega muy por debajo de su potencial. “Estamos boxeando por debajo de nuestro peso”, afirmó, apuntando a la falta de consensos políticos estables y a una inversión en defensa que sigue rezagada respecto a sus socios europeos.
Uno de los mensajes más contundentes de la sesión fue la denuncia de la dependencia tecnológica de Europa respecto a Estados Unidos. “Somos esclavos digitales de EE.UU.”, sentenció Areilza. Frente a la apuesta europea por la regulación, criticó la falta de inversión decidida en innovación, lo que ha impedido la creación de un ecosistema tecnológico competitivo.
Ante este panorama, Areilza lanzó un mensaje claro para los directivos: “Hace 50 años era imprescindible aprender inglés. Hoy hay que aprender a hablar de geopolítica”. Según el académico, la gestión del riesgo debe formar parte del ADN de las organizaciones. No todo es controlable, pero los equipos directivos deben estar preparados para reaccionar ante escenarios volátiles con rapidez, criterio y visión global.
Frente al temor de un colapso del comercio internacional, Areilza fue claro: las transacciones globales no desaparecerán, pero su marco cambiará radicalmente. “Trump es una tormenta y las tormentas pasan”, dijo. El reto para Europa, y para España, es diversificar socios comerciales, reforzar alianzas estratégicas con el sur global y aprovechar las oportunidades en sectores como la ciberseguridad o las tecnologías duales vinculadas a la defensa.
La reflexión final dirigida a los líderes empresariales fue rotunda: resistencia y formación. Areilza defendió el modelo europeo de empresa como agente social y recordó que “los principios y los valores no son un accesorio reputacional, sino la razón de ser de la empresa”. La conclusión de la sesión dejó una recomendación clara: formar a los directivos en geopolítica no es un lujo, sino una herramienta indispensable para liderar en un mundo en transformación constante.