En un momento en que la tensión geopolítica, la fragmentación de las cadenas de suministro y la redefinición de alianzas internacionales dominan las agendas de gobiernos y empresas, la Asociación Española de Directivos (AED) celebró un encuentro en el CUPRA City Garage Madrid centrado en una de las grandes preguntas de nuestro tiempo: ¿Es China un socio comercial necesario o un rival estratégico inevitable para Europa? El acto estuvo presentado por Juan Carlos Gallego, presidente de AED en Madrid.
La sesión estuvo protagonizada por Rafael Dezcallar, diplomático de carrera con más de 40 años de trayectoria y exembajador de España en China, Alemania y Etiopía. Además, el acto sirvió de marco para presentar su reciente libro El ascenso de China: una mirada a la otra gran potencia, una obra en la que analiza con profundidad el auge del país asiático desde una perspectiva directa y experiencial, que fue entregado a todos los asistentes al acabar la sesión.
A través de su análisis, el autor compartió una visión privilegiada sobre el auge de China como potencia global, no solo en el plano económico, sino también político y tecnológico.
Desde su experiencia en Pekín, Dezcallar alertó de que Europa sigue manteniendo una visión estereotipada de China, lo que limita su capacidad para entender y anticipar los movimientos del país asiático. “Los chinos nos estudian con detalle; nosotros aún no nos tomamos la molestia de entenderles”, subrayó.
El exembajador hizo hincapié en la falta de autonomía estratégica de Europa y su dependencia tanto de Estados Unidos en el plano militar como de China en el económico. A su juicio, el viejo continente necesita fortalecer su mercado único, invertir en innovación y avanzar hacia una política de defensa común. “Tenemos una oportunidad. Pero si no hacemos los deberes ahora, nos convertiremos en un actor irrelevante”, advirtió.
Sobre la política exterior china, Dezcallar insistió en que el país está desarrollando una estrategia global basada en inversiones a largo plazo, como la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, con un claro objetivo: generar influencia política sin adoptar los valores democráticos de Occidente. “No buscan solo rentabilidad, sino poder”, afirmó.
El foro concluyó con un animado debate entre los asistentes, en el que se subrayó la urgencia de una diplomacia económica más eficaz, una visión industrial europea común y una mayor cohesión estratégica ante un escenario global cada vez más polarizado. “Nada está escrito. Pero si Europa no actúa, lo escribirán otros por ella”, concluyó Dezcallar.

















































