El año 2025 se perfila como un punto de inflexión para el liderazgo empresarial. En un contexto de creciente incertidumbre geopolítica, transformación tecnológica acelerada y presión regulatoria, los CEOs deben afrontar una agenda más amplia, más interdependiente y crítica que nunca. Así lo refleja el informe ‘2025 CEO Priorities’ de Deloitte, basado en entrevistas y encuestas a centenares de primeros ejecutivos a nivel internacional.
El estudio diferencia entre Prioridades Fundamentales, que forman parte estable del rol del CEO, y Prioridades Actuales, que responden al entorno cambiante. Lo significativo este año es cómo muchas de las que antes eran coyunturales se han convertido en estructurales. Así ocurre, por ejemplo, con la necesidad de gestionar la inestabilidad geopolítica o con la capacidad de comunicar una visión clara de liderazgo. Ya no se trata solo de gobernar internamente, sino de hacerlo con una narrativa que conecte con todos los grupos de interés.
La presión del nuevo ciclo político en Estados Unidos y Europa exige que los líderes adapten sus estrategias a normativas cambiantes, tensiones comerciales y un entorno institucional más volátil. La capacidad de anticipar impactos regulatorios es hoy una competencia esencial. Al mismo tiempo, el crecimiento sigue siendo prioritario: innovar, diversificar productos y transformar operaciones mediante tecnología son respuestas clave para mantenerse competitivos en un mercado inestable.
Otro eje central del informe es la resiliencia de las cadenas de suministro. La apuesta por digitalización, trazabilidad y diversificación geográfica responde a un mundo cada vez más fragmentado. Paralelamente, la revolución del talento plantea desafíos y oportunidades. Las organizaciones necesitan atraer y desarrollar profesionales con nuevas competencias, en particular en inteligencia artificial, fomentando modelos laborales más ágiles, inclusivos y conectados con las nuevas generaciones.
Precisamente, la adopción de IA —y en especial de IA generativa— aparece como una prioridad transversal. Más allá de automatizar tareas, se trata de imaginar un nuevo tipo de organización, orientada a la innovación, al uso estratégico del dato y a una cultura digital fuerte. Esto se vincula directamente con la capacidad de ofrecer experiencias personalizadas al cliente, combinando analítica avanzada con un enfoque ético en la gestión de la privacidad y la confianza.
Finalmente, el informe destaca el peso creciente de la sostenibilidad. Las exigencias regulatorias en materia climática, especialmente desde la UE, y la presión de los stakeholders han convertido la agenda medioambiental en un componente clave de la estrategia empresarial. Integrar la sostenibilidad no es solo cumplir, es competir con ventaja.
En resumen, el CEO de 2025 debe ser estratega, tecnólogo, narrador y agente del cambio. El rol ya no es solo liderar una empresa, sino hacerlo con visión sistémica en un entorno en constante transformación. La diferencia no estará en quién se adapta, sino en quién lidera esa adaptación con decisión y propósito.